Este fin de semana ha sido uno de esos fines de semana extraños y de ritmo desacompasado. Después de un día tremendamente agobiante, para arriba y para abajo cargado hasta las cejas de bolsas con ropa y material de robótica (Mingo, lamento haberme perdido tu comida de despedida. Anna y Ignasi me encantó veros aunque fuera fugazmente ante una cerveza todavía más fugaz), tuve un Correfoc.
Para los de fuera de por aquí diré que grupos de Diables (literalmente Demonios) nos disfrazamos con ropajes más o menos ignífugos, nos armamos de mazas donde sujetar petardos y perseguimos a gente. Vale, dicho así suena muy psicópata (y hasta puede que lo sea) pero os aseguro que resulta tremendamente divertido bailar bajo las chispas de fuego. Mi primer pensamiento fue un… Dios! Cómo lo echaba de menos. El olor a pólvora, el calorcillo, las explosiones.
Admito, ahora que lo he vuelto a leer, que definitivamente necesito terapia como pirómano potencial. Pero este tampoco venía a ser el hilo del post, así que dejaremos lo de conocida necesidad de visita al terapeuta para otra ocasión.
Las fotos no se corresponden al día del que hablo, pero pueden resultar ilustrativas. Dejo vídeo que también puede resultar ilustrativo. El que aguanta el petardo gordo en el vídeo soy yo, el petardo gordo que aparece en la otra foto en concreto.
Aún así, he hecho esto centenares de veces. Que tenía este de especial? Pues tenía de especial que, siendo yo de Sant Cugat del Vallès de toda la vida, por diversas razones acabé siendo diable de la colla Forques de Can Deu de la ciudad vecina de Sabadell y este viernes mi colla de diables era la invitada de la de mi pueblo. O sea, jugaba como local como miembro del equipo visitante, y además tenía la oportunidad de compartir correfoc con muchos amigos y con mi hermana pequeña (que sí está con los diables del pueblo) (en la junta, para que tenga mayores bemoles la cosa).
Eso sí, los de mi colla quedaron impresionados por el despliegue de medidas de seguridad. Siendo como es un pueblo con fama de pijo, no sin cierta falta de razón, nuestro ayuntamiento (el feudo más fiel de CiU donde los haya) garantiza la seguridad poniendo miembros de Protección Civil, media docena de agentes de la municipal, una pareja de Mossos d’Esquadra, una ambulancia y un severo despliegue de ADF armados con armaduras de combate y algo así como fusiles de agua (lo normal es una ambulancia y un agente de la municipal, si vienen, y vas que te estrellas). Todo ello provocó el escarnio y las risas de mis compañeros acerca de la “valentía” del ciudadano medio de mi pueblo y hasta la broma, cuando circulábamos por una calle peatonal en mitad de dos calzadas para no acercarnos a ningún edificio, de “Mira, que preparaditos que están en Sant Cugat, que hasta tienen carril-Diable”.
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Sábado fue día tranquilo. Paseo por la mañana, comida con la familia y tarde y cena con amigos y a dormir temprano que hoy tenía carrera.
De la carrera de hoy lo mejor que saco ha sido que no hay ni rastro de las molestias de tobillo que me han tenido casi un mes sin entrenar. Xavi Valero tenía mucha razón cuando me dijo que las carreras que haces sabiendo que no vas a marcar tiempo son la que más disfrutas. He salido solamente a correr, a sentirme cómodo y a ver el ambiente… y estaba tan relajado que hasta he bajado marca! Eso sí, mañana cada milímetro de mis piernas se acordarán de este pequeño hito que he conseguido, porque un mes sin entrenar a fondo sigue siendo demasiado tiempo.
Por cierto, si no habéis ido a ver “Un Dios salvaje” os recomiendo que no os la perdáis.