lunes, 31 de octubre de 2011

Pues día interesante el sábado. No lo relataré desde el principio porque dudo que a nadie pueda interesar en lo más mínimo las lindezas y alabanzas que pudiera hacer de los sistemas de telefonía y de diseño de antenas sobre los que estuve trabajando. Así que saltaré directamente a la hora de comer, cuando fui a rescatar a Nacho de las garras de un desagradable trabajillo en el que estaba metido (Y sí, la palabra rescate me parece la adecuada. O ese sería el sentimiento que hubiera tenido yo para con quién me hubiera sacado de allí, porque Nacho no me extraña que llevaras la cara que tenías) y nos fuimos a comer por la Barceloneta.

Por cierto, que caro se ha puesto el restaurante que hay en la terraza superior del Museo de Historia de Catalunya. Quería agasajar a tan ilustre invitado allí… pero catalán o no se me cayó cuanto se me pudiera caer al ver como se ha puesto el tema. Ignorando este punto debo confesar que me encantó disfrutar de unas tapas y cervezas allí, a tocar del mar, con la brisa y ese cierto olor a sal que tanto adoro. Hacía tiempo que no me tomaba una comida cerca del mar y lo echaba de menos, las cosas como son. Aunque no fui el único al que le animaron la cara los choclos…

Tras un paseo por la playa con Nacho (que romántico suena dicho así) nos pasamos por su hotel donde una vez más esperaba una tarde de agobiante trabajo. Por suerte a media tarde quedamos libres para ir a tomar unas cervezas al Shamrock (sí, que pasa, aquí no tenemos el Thomas pero tenemos otros bares con solera y carácter!) donde nos enfrentamos en una competición de billar en la que Nacho me ganó la primera partida y viendo de en la segunda me había calentado el muy villano tuvo la indecencia de desafiarme al desempate… a los dardos. En donde hice un mínimamente digno papel gracias a la intervención de la suerte y la divina providencia, pero en la que perdí miserablemente. 

A eso de las 8 me fui para el cine Urgell con Gerard (thanks Bro) donde teníamos una supuesta maratón de pelis de terror. Y digo supuesta porque todavía no entiendo muy bien como acabo aquello. La primera película fue una auténtica obra maestra del terror: El resplandor. Increíble composición de fotografía, efectos sonoros, interpretación, historia, guión… vamos, una jodida obra maestra. Tan bien filmada que sigue dándome miedo después de haberla visto una docena de veces. Aquellos que pasen miedo, recomiendo no verla porque la van a sufrir.

Lo curioso vino después.  “Un hombre lobo americano en Londres”. Por favor, recordad este título y a poco que podáis miradla. Gloriosa. Desde un principio (música inicial) te queda la sensación de no saber qué estás viendo. Parece lenta, parece sosa… pero os lo juro, llegado un punto (para mí la primera visita en el hospital…) se convierte en una película de obligatorio visionado. Repleta de frases célebres (como muestra, y no digo contexto para no hacer spoiler, un botón: “La Reina Isabel es un hombre! Carlos de Inglaterra es gay! Winston Churchill era un inútil! Shakespeare era francés!”), con un trabajo de maquillaje como se han visto pocos (y no bromeo, especialmente por el presupuesto, la época y los medios con que contaban) y una banda sonora impecablemente elegida. Glorioso final, pero sobretodo… no os perdáis la escena del accidente de Picadilly Circus ni las dos escenas en el cine X. De verdad, se me saltaban las lágrimas de tanto reír.

Ah! Casi se me olvida. Jorge, Ángel y Marta: mi idea era mandaros de vuelta a Madrid a Nacho con una bandeja de unos artesanos y riquísimos Panellets (unas pastas muy típicas de por aquí que se comen en esta época del año hechas a base de mazapán y aderezadas con almendras o piñones o chocolate u otras variopintas y diversas combinaciones). Pero aquí el amigo confesó que si le daba la susodicha bandeja os iba a entregar el papel de envoltorio porque se los iba a ventilar de camino. Valiente mensajero iba a ser. A su vez y vista mi decepción, me emplazó a que fuera yo mismo, sin duda (desde su punto de vista) en ese caso el regalo comestible estaría mucho mejor custodiado, quién os los trajera a la capital. Reclamaciones a nombre de Fuerza de Voluntad de Nacho Díaz. Creo que solo hace horario de tardes, aviso.

lunes, 24 de octubre de 2011

Nostalgia

Llevo dos días con esta canción en la cabeza. Hacía mucho que no la escuchaba, casi la había olvidado, pero este sábado la oí cantar y recordé todas las noches de campamentos y las guitarras, el fuego, los amigos, las excursiones, los años de monitor, los chavales, a mis monitores de infancia y juventud… pero sobretodo recordé lo mucho que me gusta la letra de esta canción.


Dejo aquí la traducción de la canción escrita por Ovidi Montllor (creo):

Pues era un rey que tenía 
el castillo en la montaña, 
todo lo que se veía era suyo: 
tierras, pozos, árboles y casas, 
y por la mañana desde la torre 
cada día las contaba.

La gente no quería al rey, 
y él tampoco les quería, 
porque de contar sabía, 
pero amor, no le quedaba, 
cada cosa tenía un precio, 
la tierra, los hombres, las casas.

Un día un muchacho de su reino 
se puso a la vera del castillo. 
Y cantó esta canción 
con voz triste pero clara. 
Y cantó esta canción 
con voz triste pero clara:

¿Cuando vendrá el día en que el hombre 
valga más que pozos y casas, 
más que las tierras más buenas, 
más que las plantas y los árboles? 
Cuando vendrá el día que al hombre 
no se le peso con las balanzas?

El rey, que oyó al muchacho, 
lo hizo coger y, con rabia, 
ordenó que le dieran 
cientp cincuenta garrotazos 
y en la torre lo encerró, 
castigado a pan y agua.

Pero el pueblo todavía sabe 
la canción de las balanzas, 
y cuando se juntan los hombres, 
riendo y llorando la cantan, 
y cuando se juntan los hombres, 
riendo y llorando la cantan. 

Y aquí dejo una versión que suena mucho mejor que cuando la cantábamos nosotros en las noches de salidas de fin de semana:

http://www.youtube.com/watch?v=YoQ4AVhr3Cs&feature=related


Por cierto, los links del post anterior ya están colgados. Despistado que es uno, oye ^_^.

domingo, 23 de octubre de 2011

Autorizado el suicidio

Pues parece que la crisis nos ha golpeado soberanamente en la universidad. Esta mañana nuestra sorpresa ha sido mayúscula cuando los de mantenimiento han venido a retirar una pequeñas vallas de las ventanas de la sala donde trabajamos el colectivo docente de la universidad. Parece que, vista la situación, se nos autoriza a saltar ya por la misma (nótese que trabajamos en un ático situado en una 4ª planta…).

Hace días que no actualizaba nada en mi blog y es que son muchas las cosas que me han pasado recientemente, la mayoría de las cuales todavía me tienen en vilo y suspense y sin saber cómo acabarán. Y si me permitís no me avanzaré plasmándolo por aquí hasta que no tenga una idea más acertada de cómo van a terminar afectando realmente a mi vida.


De momento, sus dejo con un par de fotos de mi mesa de trabajo “altamente desaprovechada” por lo que a espacio se refiere. Uno de mis compañeros dice que el día que le haga un Unzip a mi mesa ocuparé la sala entera. Eso me pasa, supongo, por ser “profe cabrón” tal y como me definió una amiga este sábado.

El viernes empecé mi nuevo segundo trabajo. Entrenador de equipo para la First Lego League (mirar aquí para mayor información: http://www.firstlegoleague.es/index.php?option=com_content&view=article&id=68&Itemid=100084). Concretamente entrenador de, seguramente, dos equipos del colegio Montserrat de Barcelona.

¿Y para que los entreno? (Sus podéis mirar la web, no?) Bien pues para un concurso que organiza LEGO cada año en el que los equipos tienen que diseñar un robot y programarlo para solucionar un circuito y unas pruebas. También tienen que hacer un proyecto científico proponiendo una solución innovadora para una determinada temática, que este año es la conservación de alimentos. Os dejo aquí el blog del equipo: http://robogenious.wordpress.com/.

Sin lugar a dudas, lo que más me gusta de esta competición es que a pesar de que los niños aprenden a programar y adquieren conocimientos de robótica (algunos de los niños tienen mayores conocimientos del conceptos de programación que alumnos que entran en primero de carrera, y no bromeo), por encima de todo se valora la deportividad, la educación y el respeto. El ir a pasarlo bien. Este año han variado el reglamento para potenciar todavía más este concepto, pero hasta el año pasado una de las 3 maneras en que un equipo podía clasificarse para la final era precisamente ser el equipo que mejor había entendido los valores de la First Lego League.

Ya iré contando que tal les va a los zagales. De momento están todos motivadísimos.

Tengo pendiente un post sobre la carrera que hice hace un par de semanas, lo sé, pero es que todavía no tengo las fotos.

Ala, hasta la próxima.