Pues día interesante el sábado. No lo relataré desde el principio porque dudo que a nadie pueda interesar en lo más mínimo las lindezas y alabanzas que pudiera hacer de los sistemas de telefonía y de diseño de antenas sobre los que estuve trabajando. Así que saltaré directamente a la hora de comer, cuando fui a rescatar a Nacho de las garras de un desagradable trabajillo en el que estaba metido (Y sí, la palabra rescate me parece la adecuada. O ese sería el sentimiento que hubiera tenido yo para con quién me hubiera sacado de allí, porque Nacho no me extraña que llevaras la cara que tenías) y nos fuimos a comer por la Barceloneta.
Por cierto, que caro se ha puesto el restaurante que hay en la terraza superior del Museo de Historia de Catalunya. Quería agasajar a tan ilustre invitado allí… pero catalán o no se me cayó cuanto se me pudiera caer al ver como se ha puesto el tema. Ignorando este punto debo confesar que me encantó disfrutar de unas tapas y cervezas allí, a tocar del mar, con la brisa y ese cierto olor a sal que tanto adoro. Hacía tiempo que no me tomaba una comida cerca del mar y lo echaba de menos, las cosas como son. Aunque no fui el único al que le animaron la cara los choclos…
Tras un paseo por la playa con Nacho (que romántico suena dicho así) nos pasamos por su hotel donde una vez más esperaba una tarde de agobiante trabajo. Por suerte a media tarde quedamos libres para ir a tomar unas cervezas al Shamrock (sí, que pasa, aquí no tenemos el Thomas pero tenemos otros bares con solera y carácter!) donde nos enfrentamos en una competición de billar en la que Nacho me ganó la primera partida y viendo de en la segunda me había calentado el muy villano tuvo la indecencia de desafiarme al desempate… a los dardos. En donde hice un mínimamente digno papel gracias a la intervención de la suerte y la divina providencia, pero en la que perdí miserablemente.
A eso de las 8 me fui para el cine Urgell con Gerard (thanks Bro) donde teníamos una supuesta maratón de pelis de terror. Y digo supuesta porque todavía no entiendo muy bien como acabo aquello. La primera película fue una auténtica obra maestra del terror: El resplandor. Increíble composición de fotografía, efectos sonoros, interpretación, historia, guión… vamos, una jodida obra maestra. Tan bien filmada que sigue dándome miedo después de haberla visto una docena de veces. Aquellos que pasen miedo, recomiendo no verla porque la van a sufrir.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhF0y3YHOClblemy3skKLCjkCUaS5328sLq9X2lnB1Fe54ce1nRkezERrTZ0pDN1Oo5zZVibzpxFLI4ekV0l54XdHCEKnXZLAXhwVVR0N9NjNLA8pwSfjgcuxk1hYEF381ZPFTDJNAYtiM/s320/anamericanwerewolfinlondon.jpg)
Ah! Casi se me olvida. Jorge, Ángel y Marta: mi idea era mandaros de vuelta a Madrid a Nacho con una bandeja de unos artesanos y riquísimos Panellets (unas pastas muy típicas de por aquí que se comen en esta época del año hechas a base de mazapán y aderezadas con almendras o piñones o chocolate u otras variopintas y diversas combinaciones). Pero aquí el amigo confesó que si le daba la susodicha bandeja os iba a entregar el papel de envoltorio porque se los iba a ventilar de camino. Valiente mensajero iba a ser. A su vez y vista mi decepción, me emplazó a que fuera yo mismo, sin duda (desde su punto de vista) en ese caso el regalo comestible estaría mucho mejor custodiado, quién os los trajera a la capital. Reclamaciones a nombre de Fuerza de Voluntad de Nacho Díaz. Creo que solo hace horario de tardes, aviso.
Un hombre sabio es aquel que conoce sus propias limitaciones, así que el que Nacho sea consciente de una de sus pocas y anecdoticas debilidades es digno de elogio.
ResponderEliminarAparte, si eso hace que te tengas que personar por aquí para la entrega a domicilio, mejor que mejor.
Eso sí, admito que soy tan magnánimo porque he comido hace poco ;-)