domingo, 6 de octubre de 2013

Tarde de cine

No hace tiempo que no me pasaba por aquí… Normal que nadie lea esto ^_^

Pero vamos, que la idea es volver a escribir por aquí de vez en cuando. Y hoy tengo un buen motivo para hacerlo. Gravity.

Esta tarde tocaba tarde cine con un par de muy buenos amigos y un poco picados por la curiosidad se antojaba ver esta película. Y eso que para mí había dos palabras que echaban muy “patrás”: Sandra Bullock.

Lo sé, lo sé, la pobre no es una grandísima actriz pero tampoco es pésima ni horrorosa y algunas de las películas de su filmografía hasta me gustaron. Pero de un tiempo a esta parte no pasaba, que yo sea capaz de hacer memoria, de ninguna película que me pareciera digna de mención (Exceptuando The Blind Side). Para los que sufran como yo de cierta tirria a esta mujer un consejo, que no os prive del placer de esta película. Puede que sea su mejor interpretación.

Lo de Clooney tampoco es que me dijera gran cosa. No es lo mismo que con la Señora Bullock, simplemente no es suficiente reclamo para mí.

Pero oye, el guión me ha gustado, la estética, la manera de tratar el tema y un detalle: imprescindible para los amantes de la fotografía y la composición impecable. Imprescindible. Por algo se han tirado tres añitos con la película. La mejor definición la ha dado Rocío: Muy trabajada.

No entraré a dar opiniones sobre la trama, que las tengo con sus pros y sus contras, para no condicionar ni dar detalles a los que no la hayan visto. Baste con esto, ha sido suficiente como para que comparta esto con todos vosotros: mi recomendación.

Ya me diréis. Ale, hasta la próxima.

PD: Bastan diez minutos de película para descubrir porque a los rusos no les ha hecho pizca de gracia la película… ;-P

martes, 3 de abril de 2012

Vacaciones en Roma.

Bien, pues no han sido como las de la película del mismo título ni tampoco he pasado unos días con Audrey Hepburn o como Gregory Peck, pero la verdad es que Roma es una ciudad con mucho encanto.

Alguien se reía cuando dije que necesitaba vacaciones para adaptarme de mi regreso de la Antártida (aventura de la que en breve pondré una serie de crónicas –censuradas, lo siento. Ciertas cosas se rigen por el estricto código: “Lo que sucede en la Antártida se queda en la Antártida”- con fotos y esas cosas para que os hagáis una idea de cómo ha sido). Pero lo cierto es que las necesitaba. Por adaptarme… y porque desde que volví no he hecho otra cosa que estudiar para los exámenes que me aplazaron por estar allí.

Como decía Roma es una ciudad con encanto. Con mucho encanto. Es de esas ciudades para perderte y pasear porque cada callejuela del centro (y no tan al centro) es preciosa. Es una ciudad repleta de historia. Y para un servidor, de sobra conocida es mi afición por la historia de la Republica y el Imperio Romano, todavía tenía un interés especial. Después de leer libro y libros sobre distintos emperadores, cónsules y senadores. De estrategia, táctica y organización militar de las legiones romanas, de períodos convulsos y guerras civiles, de propuestas y leyes, de mitología… andar por las calles que tan ilustres prohombres y leyendas han pisado antes que yo era como acercarse a ellos. Lástima que fuera entre miles y miles de turistas.

También quería salir de aquí con un casco de oficial romano con penacho. El típico de las películas que en realidad para la mayor parte de la historia de Roma era del rango de Decurión (parecido al de un Legatus, pero claro esos ya eran oficiales de alta graduación y se molaban por definición. Que meterse con un Legatus en esa época era una vía muy rápida para acabar con la propia vida sin no tenías mucho poder detrás para cometer tal osadía) y no Centurión como suelen poner en las películas. Sin duda mucho más estético que el de estos últimos que tenían un penacho pero que iba de lado a lado de la cabeza (de oreja a oreja, vamos). Pero después de ver el precio descubrí que igual no me hacía tanta ilusión.

Pero visitas culturales aparte, Roma es una ciudad para deleitarse. Y si cuentas con los consejos de gente que la conoce descubres ciertas cosas muy, pero que muy interesantes. Marta, te debo una señora cena de gratitud por tan sabios consejos. Para el resto solamente dos palabras: Spritz y Negroni (este último solo si tenéis agallas y cierta tolerancia al alcohol, aviso). Recomendaciones de restaurantes y demás detallitos vía mail cuando la vayáis a visitar.


Evidentemente cumplí con los requisitos típicos y me he tomado un helado paseando por la orilla del Tíber, he tirado dos monedas de espaldas a la Fontana di Trevi por encima del hombro, etc...

Finalmente, el abajo firmante es creyente, y tenía un cierto interés por visitar la ciudad del Vaticano. Porque aunque tenía una idea acerca del tema, no es lo mismo hablar sabiendo… que sabiendo y habiendo visto.

Es impactante. Precioso. Monumental. Una sucesión de obra de arte tras obra de arte. Un bullicio de historia. Un tesoro. Una maravilla. En resumen: una vergüenza.

Por más que lo miro desde distintos ángulos, le busco justificaciones e intento ponerme (jugando al juego del Abogado del Diablo) en su lugar… me sigue pareciendo una barbaridad que todo ello sea posesión de la institución fundada por uno de los doce Apóstoles de Cristo bajo el propósito de predicar una fe que defiende por encima de todo a los humildes, a los desvalidos y que predica la caridad, el amor al prójimo y la bondad y el sacrificio por los demás. Quizá tenga razón un sacerdote que una vez me dijo: En Roma (referido al Vaticano) uno puede encontrar cualquier cosa menos al Espíritu Santo.

Sé, porque las he visto, oído y conocido de cerca, que la Iglesia tiene muchísima gente muy válida, coherente con el mensaje que predica. He visto grandes obras de caridad levantadas por la misma institución. Y me identifico con ella. Tampoco yo soy perfecto, plenamente coherente ni mucho menos un santo. Pero desde luego la Iglesia es humana (MUY humana) y de tan grande sus defectos y virtudes están a escala…

Eso sí, todavía se me saltan las lágrimas recordando alguno de los guías anónimos de los que he oído frases celebres impagables. Por cierto, sabíais que la Guardia de Honor del Vaticano es la “Guardia Sueca” y que tienen prohibido hablar aún cuando no están de guardia? Yo lo descubrí el sábado xD

Lo mejor de todo ha sido el final del viaje… si es que el viaje se ha acabado. Porque parece ser que hay huelga de controladores aéreos en Francia y como mi avión venía de Paris, pues como que me han cancelado el vuelo. Hotel pagado en Ostia y un día extra de estada por la zona. Tengo el vuelo de las 19:15h de mañana. Pero vamos, que tampoco es garantía porque cuando nos hemos ido del aeropuerto hoy a les 20:45h los del vuelo de hoy de las 19:15h todavía no habían embarcado.

Este es mi segundo viaje este año y la segunda vez que me paso una noche tirado. Aviso para todo el mundo: durante el puente de mayo estaré en Polonia. Lo digo porque todo aquel que vaya se mentalice que va a pillar otra huelga de personal relacionado con el transporte aéreo.

viernes, 9 de marzo de 2012

De mis días en la Antártida.

Un día a un joven le hicieron una sorprendente petición. Le pidieron que escribiera un texto, un simple texto, relatando su experiencia personal en una corta estancia que tuvo a bien de disfrutar en lo que muchos definirían como el fin del mundo. A decir verdad no sería una petición en el sentido estricto de la palabra, más bien una solicitud o proposición a la que libremente pudo negarse.
En un principio se le ocurrió hacerlo, dejarlo pasar. No por negarse sino probablemente sugerido por la pereza e inmerso en el trabajo que todavía tenía por acabar. Pero luego, pensándolo mejor, se dijo que los días que había vivido, los compañeros con los que había compartido tan maravillosos momentos bien valían que se tomara la molestia de escribir unas pocas palabras.
 ¿Pero cómo hacerlo? Esa era una buena pregunta. Una carta, un texto emocional y divertido, un cuento, un… las posibilidades eran tantas y tan variadas que de repente se quedo en blanco mirando una pantalla vacía sin saber cómo empezar una líneas que debían quedar para toda la vida.
Uno quisiera poder escribir unos versos que fueran mágicos y electrizantes como hiciera Elton John en una canción que da impresión de ser para quién la escucha y de quién nunca supo descubrir a quién la dedicó. Pero así mismo sabe que no es un mago de las palabras y que no le llega a la suelo del zapato de nadie, así que vuelve a replantearse que hacer.
Un cuento, sería tan bonito regalarles un cuento. Un cuento que hablara de todos los momentos vividos, los gestos, las miradas, lo visto y oído, los descubrimientos hechos, las fiestas compartidas. Un cuento que les hiciera recordar para toda la vida los instantes vividos y compartidos, porque la memoria es volátil y juega la mala pasada de borrar momentos de nuestra cabeza que nos parecerían imposibles de perder con los años en el momento de vivirlos.
Pensó el joven en hablarles de glaciares blancos, fríos y enormes. De vistas espectaculares. De escuas, pingüinos y focas. De correrías en zodiac y motos de nieve. De bailes, fiestas, partidos de fútbol y partidas de poker. De sesiones de cine e interminables discusiones en las que decidir por el consenso de Irene el film de la noche. De barbacoas, rakia, vinos y risas. De las incontables bromas, de las manías de cada uno con el desayuno o del misterio de las galletas Chiquilin que pese a que se acababan siempre aparecía alguna más, de los estofados y comidas al aire libre, de baños helados rodeados de pedazos de glaciar, de la sensación de tomarse una copa con hielo de miles de años de antigüedad. De los interesantes cursos de primeros auxilios, náutica y de emisiones solares. Del ping pong, del “me’n vaig a les casetes”, de las ballenas o el Pingüino Marcelino. Pensó en hablarles de la Coral de Voces No Blancas que  tuvo su debut en una paella y que dejó bien alto el pabellón de la BAE después de tantos años de repetidos y humillantes fracasos líricos en la base búlgara.
                Pensó también que podía contarles las vistas que tenía desde Pico Radio, recordarles la afición de Joan por probarse sombreros y gorros, la de “miles de veces” que habían hecho algo, hablar de fotos para la ducha, campeonatos de golf, nevadas y ríos helados y súplicas por una ducha o una lavadora, de navegar un día con la mar calmada y embravecida unos instantes después, de pistas de patinaje que valen millones de euros, de intensas palizas de dominadas, flexiones o carreras de montaña en las que Julio daba ventaja a la gente por ser todo un caballero (aunque luego las malas lenguas le acusaran de tirar mujeres al suelo hasta provocarles moratones), de las caras de gamba después de un día de sol o de visita al glaciar sin acordarse del protector solar. De improvisadas maracas que aparecían por sorpresa, meteos de traían de cabeza al meteo, de líquenes que no había que pisar, de ventadas y manos heladas o cintas de equilibrio para mí imposibles de cruzar.
                Eran tantas las cosas a rememorar que ciertamente sería impracticable relatar un cuento que contuviera tantos y tan dispares elementos. Añadirle habría a esa dificultad el hecho que estaba seguro que todos y cada uno de sus compañeros lo conocía o recordaba todo mejor que él mismo. Además, tenía ya la sensación de estarse convirtiendo en un replicante moribundo recitando cosas del estilo:
He visto caer paredes de hielo de glaciares hasta el océano más allá de la latitud 62, he visto estrellas en una noche oscura más brillantes de lo que nunca se verá en otro continente, me he bañado en aguas heladas repletas de bras… Todos esos momentos se perderán. Es hora de morir.”
                No, definitivamente un cuento no era una buena opción.
Quizá pudiera explicarles sus sentimientos, sus emociones, lo que guardaba para sí en el fondo de su corazón. Pero aquello sería demasiado empalagoso y probablemente carente de interés para nadie. Empezaba a estar jodido porque el tiempo se acababa y se le escapaba la oportunidad de expresarles todo lo que quería decirles.
Y de repente tuvo una idea. Una lista. Simplemente podía escribirles una lista. Una lista que contuviera aquello más bonito, interesante y valioso que hubiera descubierto de su visita i aventura en la Antártida. Seguro que si habían compartido tantas cosas y días en el mismo sitio todo el mundo vería reflejado en esa lista algo que le haría recordar sus días en la base. Y con ello se puso a pensar cuales serían las cosas que por encima de todo destacaría de su estancia en el fin del mundo. Para su sorpresa la lista de cosas a contar por fantásticas era enorme, extensa e impracticable con el tiempo de que disponía así que se sentó frente al océano y trató de ponderar y valorar cuales serían aquellas que destacarían por encima de todo. Lo mejor que le había ocurrido en esos dos meses.
El mundo se paró durante unos instantes y con una sonrisa supo entonces lo que debía poner en aquella lista si era sincero consigo mismo. Después de tantas tardes escribiendo y reescribiendo el mismo texto, de darle vueltas y vueltas, ya tenía claro lo que quería escribir. Al fin y al cabo no se trataba de buscar la respuesta correcta sino de hacerse la pregunta adecuada.
Así que se puso de nuevo ante la pantalla y empezó a escribirla:

Alba
Arkaitz
Chema
Clara
Curro
David
Hilo
Irene
Joan
Joan Info
Jose
Julio
Nacho
Núria
Ramon
Toni

Y cuando hubo acabado la lista sonrió para sí mismo, divertido y no exento de ternura, ante lo paradójico que resultaba que estuviera en España (y Utah) aquello que sin duda más extrañaría de su estancia en la Antártida.

                                                                                   Marc Travé Simón
                                                                                         22 de febrero de 2012
                                                                                         BAE Juan Carlos I

martes, 6 de marzo de 2012

Ya estoy en casa...

Un total de 14 horas de vuelo. 14 horas de viaje? No, solo de vuelo...

En primer lugar un magnífico control en Argentina en el que deben de haberme visto cara de peligroso criminal porque me tuvieron unas 3 horitas (contando tiempos de colas y demás, aviso). Control de equipaje, control de inmigración, control de pasaporte (aparte y hoja por hoja), control de equipaje de mano, control de seguridad... Y todo para que a los 20 minutos de despegar con la cena me dieran un cuchillo metálico de un palmo de largo!!!

Eso sí, Lars y yo (mi vecino de asiento, un británico de Londres muy simpático), nos hemos desquitado quedándonos el cuchillo hasta el final del vuelo y entregándoselo al comandante de la nave al salir diciendo: "Muy eficaces las tres horitas de control de seguridad, muy eficaces..."

Como viene siendo habitual no he podido pegar ojo, pero es que además tenía un crío de un par de añitos que tan majo como era él (majo, he dicho majo. No maho) se ha pasado las 12 horitas de vuelo hasta Madrid berreando... y con sus padres durminedo!!!! Evidentemente a mitad de vuelo ha habido una intervención por parte del personal porque se respiraba ya un ambiente de linchamiento popular para con los padres de la criatura.

Luego carrera, salimos con hora y media de retraso, para pillar el vuelo hasta BCN. Que la terminal nueva de barajas será bonita y todo lo que quieras, pero como tengas menos de hora y pico no pillas la transferencia. Que hartón de correr. Ah, y otro magnífico control de seguridad.

Pero en fin... ya he llegado.

lunes, 5 de marzo de 2012


¡¡¡Hola a todo el mundo!!! Vuelvo a la civilización (si así puede llamársele, claro).

Desde este momento reabro el blog. Seguramente querréis (bueno, eso ya sería suponer mucho por mi parte) que os hable de mi mes y medio en la Antártida. Pero eso sería muy largo, tengo mucho que contar y durante los dos días me preguntaréis y a partir de entonces seguramente estaréis deseando que me calle. Así que dejaremos esto para otra ocasión y empezaré en la vuelta a casa.

Lo primero que tengo que decir es que no tengo ni idea de lo que ha ocurrido en el mundo durante los dos últimos meses. No internet, no facebook, no móvil (si costaba pillarme por llamada porque no le hacía caso al aparatito esperad a la vuelta…), no televisión. Nos llegaba alguna noticia por una especie de noticiario, pero sin regularidad ni muy extenso (tampoco solicitamos mucha cosa, la verdad). ¿Y sabéis que? Se puede vivir sin internet, sin teléfono. Y no solo se puede, uno es muy pero que muy feliz. Se puede decir de todo, menos que lo he echado en falta. Me acostumbraré rápido, lo sé, pero viene bien pegar una desconexión así.

Tengo un papelito que certifica que un servidor se ha cruzado el paso del Drake (lástima que no especifique que sin marearse), pero creo sinceramente que tiene muy poco mérito. Pasé unos Drake absolutamente geniales con muy poco movimiento para lo que puede ser. La ida fue más jodida que la vuelta, pero si llego a pillar un Drake malo de verdad otro gallo hubiera cantado. Mirad si era tranquilo que en el segundo incluso jugamos al risk.

Ushuaia… Ushuaia es una ciudad compuesta por la Calle San Martín (repleta de restaurantes y tiendas, especialmente de souvenirs), un puerto, algunos hoteles (en la Calle San Martín y paralela), un antiguo presidio que hoy es un museo y las viviendas de la gente que vive allí. Simple y llanamente. No tiene nada más. Lo juro. Bien sí, protestas por lo de las Islas Malvinas, pero no me pidáis que os cuente que ha pasado porque aún no he podido aclararlo.

A decir verdad algo más si que tiene. Un pub: el Dublín. Que tampoco es nada que lo destaque frente a otros pub, pero allí es donde se va siempre de fiesta. Y allí nos fuimos la primera noche (y las siguientes). UTM, científicos, marineros y oficiales del BIO Hesperides. Por cierto hay relación peligrosa, verificada empíricamente, al menos eso me diagnosticó Núria:

[ Frase: “me acabo la pinta y me largo al hotel” + Cambio de música a AC/DC = Tequila +Baile + Fiesta y risas ]

Eso sí, los alrededores son absolutamente preciosos. Perderse por la Tierra del Fuego encandila. Especialmente si llevas casi dos meses sin ver un solo árbol ^_^. Conducir por Argentina estresa, al menos por ciudad. ¡Ponen los semáforos al otro lado de la calle!

Como colofón final de viaje estoy en Buenos Aires. Es una ciudad que me ha enamorado en apenas dos días. Llena de contrastes, tremendamente cosmopolita, contradictoria (ojo, a primera vista que con dos días no vayamos a pensar que soy un experto)… tiene encanto. Mucho. Y me gusta. Por cierto, el Teatro Colón es de visita obligada. Y si podéis id a un concierto, que no son lo caros que me había esperado. Como decía Pavarotti: “El Tetatró Colón solo tiene un defecto, tiene una acústica perfecta”.

Viajar solo tiene sus inconvenientes. Es cierto. Pero también tiene sus ventajas, como ir a tu ritmo completamente, encontrarse casualmente con alguien (Nacho, que buena estaba la pizza en “Los Immortales”, eh?), estar receptivo a conocer gente… Y por esas tuve una gran noche ayer. El barrio de San Telmo es el barrio bohemio por excelencia de la ciudad. Repleto de escuelas de tango y de música, muchos jóvenes músicos o artistas se instalan en él (también porque es más barato y está menos cuidado que otros barrios, por no compararlo con el de La Recoleta donde tengo el hotel). Y los domingos hacen conciertos al aire libre, principalmente para recolectar fondos.

Y estaba en uno de esos conciertos sentado y me apeteció tomarme un mate, que no habrá mejor lugar que Argentina para probarlo por primera vez digo yo, y la vuelta la deposité en una urna que tenían para los fondos recolectados que estaba siendo completamente ignorada por la totalidad de los asistentes. Ello provocó que los músicos del grupo vinieran a sentarse a mi mesa (pidiendo educadamente) para ver al siguiente grupo y empezaron a hablar conmigo (que si una cosa saben hacer los argentinos, y lo saben hacer con letras mayúsculas, es HABLAR. Aún cuando no tengan nada que contar, que raro es el caso, no paran). Y poquito a poco se fue juntado una amalgama de músicos alrededor de la mesa. Y me contaron de sus costumbres y vidas (la mayoría eran de fuera de Buenos Aires y que habían acabo recalando en la ciudad para estudiar música y claro, viviendo en el barrio de San Telmo que es donde están las escuelas no oficiales y alguna oficial tanto de baile como de música e interpretación y mucho más asequible en alquileres que otros barrios).

También me interrogaron por las mías. Al saber que era catalán una chica se puso muy contenta pues estudia catalán en el Casal Català de Buenos Aires (visita casi obligada, es precioso y tiene muchísima vida) y así pudo practicar el hablarlo con un “nativo” (me hizo muchísima gracia que me llamara nativo, la verdad). Me preguntaron por las costumbres. El Toreo, verdad?... Y yo con un “pues verás… en Cataluña precisamente toreo poco, la verdad. No tiene muchos seguidores, o tienen más fuerza los no seguidores, y creo que no me equivoco si te digo que es la única zona en la que está incluso prohibido. A mucha gente les parece una salvajada y un maltrato animal.”

Ah! ¿Y que costumbres tenéis? Y le hablé de los batoners, o baile de bastones. Y me dijo, que brutos. Y le hablé de los castellers, o torres humanas. ¿Y eso no se cae? Sí, a veces sí. Ah, ya, que brutos. Y le hablé de los diables y correfocs, o fiestas de brujas en las que unos se disfrazan de demonios y persiguen a la gente con petardos que sueltan más chispas que explosión pero que también petan. Parece divertido, pero que brutos.
 
Entonces pronunció la frase del millón: “Che, pibe, a ver si lo entendí. Ustedes persiguen el toreo porque les parece bruto maltratar un animal y entonces se maltratan ustedes mismos o entre ustedes.” Y yo me quedé callado unos instantes, porque razón no le faltaba a su argumento. Me recordó a cuando un amigo de Euskadi me echó en cara, después de venir a unas fiestas mayores por Sant Cugat, que como teníamos el valor de llamarles brutos a ellos aunque fuera en los chistes. Igual sí somos un pelín brutos.

Me invitaron a una fiesta con baile y concierto en el barrio esa noche y, aunque me apetecía irme a ver un espectáculo de tangos esa noche, como no tenía los boletos me la jugué y me fui a la fiesta después de pasar a pegarme una ducha por el hotel (que a 34 grados y andando todo el día ciudad arriba, ciudad abajo, era lo único que deseaba). Y menos mal que fui porque en lugar de ver un espectáculo de danza de tango lo que tuve fue una masterclass de bailar tango. Como no, los bailarines eran bailarines de tango y la fiesta fue una fiesta de máscaras con baile y música en directo. Yo no tenía máscara, pero ellos me habían traído una preciosa hecha de cuero curtido y pintada de negro con cara de demonio (ahí descubrí que para presentarme me apodaban “el diablo” por lo de los diables) y que se empeñaron que me quedara al final de la noche como recuerdo de la misma y de ellos  a condición que la usara en algún correfoc. Cosa que haré, evidentemente.

Y así le estuvimos orando a San Telmo como se le reza en su barrio. De cerveza en cerveza, de canción en canción, de tango en tango y de “telmazo” en “telmazo”. Aviso: el Telmo es un licor muy dulzón, muy afrutado, que se sirve muy frío y que tiene una cantidad nada desdeñable de alcohol. Menos mal que no se bebe de golpe. Aún así, con un par más creo que les habría enseñado a cantar el Asturias patria querida, el Baixant de la Font de Gat y cuanta canción popular se me hubiera ocurrido. Que después de la Coral de Voces No Blancas que formamos en la BAE el surtido era completito.

No tengo fotos de la noche porque no me llevé la cámara (quizá mejor así), pero os dejo una foto de Rita y Ricardo que fueron mis más pacientes profesores de tango. La foto está tomada en El Caminito, donde bailan parte del día en unos de los restaurantes para los turistas y a los que he ido a ver.

Ahora mismo estoy en el salón del hotel esperando que me pasen a recoger para ir al aeropuerto, así que si no hay novedades en unas 20 horas volveré a estar por ahí arriba. Una parte de mi lo está deseando, intrigado por las siguientes aventuras que me depare la vida… pero la otra me deja el corazón en un puño, triste por haber finalizado esta.

domingo, 8 de enero de 2012

Cierre por desconexión.

El blog, que admito que últimamente apenas he tocado, queda cerrado durante los próximos tres meses porque un servidor de ustedes se larga de viaje de trabajo/placer (por ese orden, que uno tiene sus responsabilidades y tareas por cumplir antes de poder irse a vivir aventuras por los glaciares de allí abajo) a la Antártida.

Allí no dispondré de conexión a internet así que ni blog, ni mail, ni facebook, ni google+, ni nada de nada. Pero también tendré un gran paisaje en el que aventurarme y mucho trabajo por hacer y poca gente que conocer... y muchos pinguinos con los que flirtear, si hago caso de todo lo que vienen diciéndome los últimos meses.

Así que gracias a todos por los detallitos, los regalos o las bromas y nos vemos a la vuelta.

martes, 20 de diciembre de 2011

Del día que compré un décimo de lotería

Ayer comentaba que había tenido una apacible y agradable mañana buscando botas para la campaña antártica. Si bien fue una mañana tremendamente agradable, quizá con lo de apacible exageré un poquitín…  La verdad es que tuve yo un susto de muerte y hasta pensé que no lo contaba. Lo cual hubiera sido una gran decepción para el club de fans de mi “muerte por morsa fogosa” en el viaje que está al caer, pero de esos energúmenos si eso ya hablaremos otro día.

Estaba yo mirando cosas en una de los locales de Balmat (algo cara, pero sin duda la mejor tienda para material de montaña en Barcelona y con diferencia) en Gran Vía de les Corts Catalanes cuando el andamio, el mismo por el que yo acaba de pasar por debajo (y no, yo no tuve nada que ver, antes que salgan los primeros Troll), simplemente cedió. Los hierros de las patas de abajo se combaron al peso, pero la misma estructura del andamio impidió que se desmoronara directamente. Cayeron varios trozos de balcones y parte de la fachada que cayeron a la acera. Después de un minuto muy pero que muy largo en el que nadie se movió un ápice y de un silencio muy tenso, pues todos nos quedamos entre asombrados y expectantes a si acababa de caer o no la totalidad del andamio, un par de mossos que pararon con su coche en un lateral del mismo nos ordenaron a gritos que saliéramos de la tienda. Orden a la que debo añadir que nadie rechistó.

Luego lo habitual. Bomberos, ambulancia, mucha policía, gente imbécil con ganas de matarse (o lo que viene a ser lo mismo: gente a la que le puede el morbo y la curiosidad y se pegan a las cintas intentando enterarse de todo… y que no se dan cuenta que si el andamio se cae hacia adelante en lugar de sobre si mismo les va a matar) (Claro que creo que a eso Darwin lo denominaba selección natural), cámaras y periodistas, etc…

Y mientras todo eso seguía con el circo habitual tras un suceso de esas características yo me fui a por un décimo de lotería. Este año todavía no había comprado ninguno (parece como si otros años fuera un ludópata, pero tampoco sería ese el caso) y después de todo un día que salvas la vida es un buen día para comprar un décimo, no?

lunes, 19 de diciembre de 2011

Agradable almuerzo

Como decía días atrás, bueno como un par de semanas, me falta todavía lo más importante de todo para el viaje de la Antártida: las botas, la ropa interior y los calcetines. Así que esta mañana me he tomado un momento para patearme las tiendas de material de montaña de la ciudad, pues el tema de las botas lo considero muy importante y no quisiera equivocarme de talla en esta elección (lo de perder dedos es algo a tener en cuenta, me parece)

Lo dicho, un servidor, ha pasado una plácida mañana mirando y probando botas. Pero al acabar estaba en la Barceloneta mirando una pequeña tienda cuando se me ha hecho la hora de comer. El olor de la sal del mar, la suave brisa fresca, el encanto de un barrio que tiene grandes contradicciones y el encanto de mucha historia me han dejado de un humor excelente. Y ya puestos he pensado que no tendría mejor opción que comer allí, en algún pequeño establecimiento a tocar del mar.

Y paseando, paseando me he encontrado con una pequeña taberna, con vistas al Mediterráneo y solo dos mesitas en la terraza. Que con el solecillo y la brisa fresca que pasaba me llamaban cual canto de sirenas y ante cuyo poder me he dejado seducir. Y menudo acierto. Ha resultado una taberna llevada por dos hermanos vascos nacidos en un pueblecito cercano a Bilbao, marinos de profesión durante muchos años y que desde hace unos años están afincados en Barcelona. Como estaba solo como cliente en el restaurante el camarero me ha ido dando conversación y entre bocado y bocado me ha ido deshilachando su vida. Historias y anécdotas, algunas quizás adornadas, otras verdad a medias, algunas reales como solo la vida puede serlo y otras quizá contadas como propias y vividas por amigos y compañeros, pero en cualquier caso todas interesantes y mágicas. Historias de marino, sueños, de tierras lejanas, de aventuras, de soledad, de amores y desamores. Quizá no de la mejor de la vidas, pero de la suya. Todas contadas con pasión y entre sorbo y sorbo de un vino blanco de la casa que no era precisamente malo. “Si no me lo bebería yo, no se lo daría a mis clientes” me decía, y a fe que bien se lo podía beber.

Ante todo quisiera aclarar que, por mucho que yo fuera el único cliente, apenas tenía 6 mesas dentro y dos en la terraza y de malo el restaurante no tenía nada. Entre pecho y espalda me he trincado una ensalada de cangrejo y almejas, una tapita pequeña de pulpito a la gallega (que pasa, cuando se relaja uno tiene sus antojos) y unas cocochas de merluza. Y tras tan agradable comida y tras pedir únicamente un café como postre el camarero me ha preguntado llanamente:

-¿Como estaban las cocochas, caballero?
-¡Deliciosas! Muchos ángeles se hubieran condenado por ellas.

Enorme ha sido mi sorpresa cuando se ha presentado con una tartaleta de crema con fresas y moras, un café y un copa de un orujo de hierbas diciendo que su hermano, el cocinero, halagado y divertido por la originalidad del piropo tenía en haber a invitarme a postres, café y copa a condición que aceptara tomarme el orujo con ellos. Condición a la que como se comprenderá no he podido negarme.

Un rato más tarde he recordado que tenía trabajo pendiente por entregar y que debía romper el momento para volver a la realidad y tras despedirme allí los he dejado, no como los camareros que parecían sino como lo que realmente eran. Dos viejos marinos, sentados los dos frente a una botella de orujo encima la mesa de la que buena cuenta hemos ido dando, con la vista perdida en el mar. En silencio, la vista perdida, con los recuerdos en el fondo de un vaso vacío. Echando de menos, quizá, la vida en el mar. Quizá amándolo y odiándolo como les ocurre a muchos marinos.

lunes, 12 de diciembre de 2011

La Conspiración.

Robert Redfort es uno de esos nombres de los grandes del cine que viene de Hollywood. Pero el caso de Redfort guarda ciertos paralelismos con el de Clint Eastwood, es uno de aquellos actores que se hizo famoso actuando… y descubrimos que era mucho mejor cuando se pasó al otro lado de la cámara. Además de ser dos personajes sin medio a comprometerse y a evaluar la sociedad (americana, es verdad).

Unos días atrás fui a ver su última película: La Conspiración. No hay miedo al spoiler puesto que es una película histórica que narra uno de los episodios más traumáticos de la corta historia de los Estados Unidos, el asesinato de Lincoln y el juicio posterior. Un auténtico thriller político-militar.

La historia es harto conocida y el planteamiento de la historia no es revolucionario, es verdad. Pero como suele ocurrir el cuidar los detalles es lo que marca la diferencia. Una fotografía y una iluminación magistrales. Unos decorados cuidados en extremo y un vestuario que a mí, que no soy un experto ni siquiera historiador, me resultó como poco tremendamente convincente.

Probablemente, muchos de los extras serán miembros de esas sociedades históricas tan celebres de las zonas interiores de los Estados Unidos que sería una gran manera de abaratar costes (recuerdo haberlo leído en una crítica, pero no está en mi conocimiento si realmente fue así o no). Lo que sí observé fue lo cuidado de los uniformes militares y las insignias de los personajes, incluidos los sutiles cambios entre la gradación de los generales. Teniendo en cuenta la temática de la historia y la cantidad de personajes de este tipo que circulan por la película (especialmente en un país en el que existe una gran tradición de recrear batallas históricas de la Guerra Civil Americana) habría sido una herejía no cuidarlo, pero no por ello sería precisamente fácil conseguirlo.  

Además James McAvoy brilla con especial intensidad. Ya no es aquel jovencito de la Habitación de al lado, ni de pequeñas producciones de la BBC. Tampoco aquel jovenzuelo que protagonizaba una historia menor en la gran serie bélica de Band of Brothers. Hoy es ya un gran actor con un soberbio registro interpretativo. Fue una suerte que me lo descubrieran y me obligaran a fijarme en la estela de este actor, porque seguro que nos dejará grandes interpretaciones en la historia del cine y esta sería una de ellas.

Oficialmente es solo una película histórica, pero en manos de Redford no puede vitarse el debate viendo este film de hasta donde un Estado de derecho puede llegar, para saciar su sed de venganza, a anteponer las libertades o derechos individuales a defenderse cuando se es acusado (justa o injustamente). Además, con la reflexión (extremadamente corta, simplemente dos frases) final pronunciada por el propio fiscal uno no puede evitar relacionarlo, sin que se cite que no deja de ser una película de época e histórica, con eventos muy recientes como Afganistan, Irak y Guantánamo.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Carta abierta a los Camisetas Naranjas.

En cuestión de días la Junta de Ayudar Jugando publicará los datos de estas jornadas y con total certeza, como cada año, nos mandará un mail de agradecimiento pero esta noche (y con el beneplácito de la junta, aunque no lo han leído) me gustaría compartir con todos vosotros un sentimiento.

Hoy no hablo solamente como socio de Ayudar Jugando, hablo también como voluntario y antiguo coordinador y todavía muy implicado en la campaña Un Nen Una Joguina, proyecto al que se destina parte de los fondos obtenidos en las jornadas.

Llevo mucho rato pensando en lo que escribir (el cansancio también hace mella, no mentiré) pero es que cuesta mucho plasmar en palabras lo que quisiera deciros, lo que quisiera daros. Son muchos años, muchas jornadas, mucho esfuerzo. Pero al final de todo, al acabar el día de hoy, no es con eso con lo que me quedo. Me quedo con un sentimiento de enorme gratitud.

Un amigo de hace muchos años me decía hace un rato que se había emocionado de verme tan contento cuando nos despedíamos al final de las jornadas para que pudiéramos recoger todo lo que había por recoger.

Estoy cansado y, debo admitir, yo también altamente emocionado así que perdonadme si entre la gran marea de actividades realizadas durante este fin de semana yo no me acuerdo de citar alguna. No es por faltar, ni ofender, ni por no valorar el trabajo hecho.

GRACIAS, al puesto de información por atender al personal y coordinar las actividades. Por ejercer de puesto de mando y demás tareas logísticas que seguramente no siempre resultan especialmente divertidas. Como pelearse con una impresora al final del día, por citar un ejemplo. Por su alegría, por sus sonrisas.

GRACIAS, a todo el personal de ludoteca. Por explicar juegos, por jugar, por los sorteos, por animar al personal, por… bueno, por ser el alma de la fiesta en la sala, no?

GRACIAS, a Ricard por firmar libros sin rechistar y junto con Chema y las azafatas (bueno, no sé si darles las gracias. Al fin y al cabo, han dejado en paz a Fiber…), a Chewbaca, R2 y los imperiales, por una de las subastas más divertidas que recuerdo. Ah, Chema, gracias también por la leche de coco!

GRACIAS, a los del torneo de Magic. Porque por atípico, por benéfico, por repartir premios por doquier, por entregado, por… en definitiva que por ser tan distinto de los torneos de Magic que había visto creo (opinión personal del autor de la carta) que es el mejor de todos ellos.

GRACIAS, a las magníficas cocineras que nos han cebado a lo largo del fin de semana. Sin obligarnos, claro. Simplemente tentando desde una esquina de la sala cual canto de sirenas con ciertos pasteles, galletas, magdalenas, café,  gofres… que despertaban el apetito. Creo que hablo en nombre de todos los asistentes cuando pido a la junta que considere seriamente convertir ese rincón de la sala en una tradición.

GRACIAS, a los valientes que sobrevivieron a las temibles hordas frikis atrincherados tras las barricadas de cajas de material que se debía vender. Por el buen humor… y por la paciencia en algunos casos. Vosotros ya sabéis de lo que hablo.

GRACIAS, a los fotógrafos y twitteros en general porque sin ellos no quedaría constancia de lo que hacemos (incluidas las locuras).

GRACIAS, a los mozos y mozas de carga que han montado y desmontado mesas y sillas, cargado cagas de ida y vuelto del almacén a las jornadas y viceversa.

GRACIAS, a todos los que han donado material para la tienda. Particulares, tiendas, mayoristas o distribuidores. A todos, muchísimas gracias. Y a los que han donado aportaciones económicas y sobretodo… a los que nos han donado su tiempo.

GRACIAS, a los que hicieron cola para conseguir el material para las subastas. GRACIAS, a todos los que donaron material para ellas… Y GRACIAS a Genís por soportar la presión y no desmayarse (lo siento, tenía que hacerlo ;-P).

GRACIAS, a los de la tirada de la Muerte Suprema (algún día os denunciarán por incitación a la ludopatía) (per mientras tanto… apúntame 4 tiraditas más).

GRACIAS, a los de las actividades de exterior (han sido muchas y me da un miedo terrible dejarme alguna, así que permitidme adoptar la solución políticamente correcta), a los máster de partidas de rol, de las demostraciones de juegos, de los juegos de tablero, de los sorteos.

GRACIAS, a toda esa gente que me sigue maravillando año tras año como se pagan un viaje para venir a pegarse el panzazo de trabajar que se pegan.

GRACIAS, a todos los que habéis trabajado en las distintas actividades durante el año!!!!

Esta es personal y él ya conoce el motivo. GRACIAS, a Marcos. Por cuidarme.

Y finalmente, pero no por ello menos importante, GRACIAS a los miembros de la junta. Porque ellos os dirán, y con razón, que sin ninguno de nosotros esto no se hubiera podido hacer. Nadie es imprescindible, pero si alguno de nosotros no hubiera estado allí algún detalle de los que hemos hecho hubiera quedado por hacer. Y es precisamente el hecho de estar todos allí lo que ha hecho de las Ayudar Jugando 2011 algo tan especial. Pero por mucho que os digan, ellos llevan muchos meses trabajando en esto a un nivel muy duro. Puede que no sean perfectos, el que esté libre de pecado que arroje la primera pierda, pero le ponen esfuerzo y dedicación. Y, si bien el grado de compromiso puede justificarse de alguna manera que pueda ser comparable, no lo es el grado de responsabilidad. Ellos son los que están intranquilos o duermen mal cuando algo no está del todo bien. Así que para vosotros el mayor GRACIAS de todos.

Una vez más disculpad si me he dejado a alguien en esta lista. Puede que no me haya enterado, puede que me haya olvidado. En cualquier caso os lo agradezco de todo corazón.

Hace meses que trabajamos ya para que la noche de Reyes lo menos niños posibles se queden sin juguetes, pero no sabéis la de sonrisas que esa noche repartiremos gracias a vuestro esfuerzo. Y me siento mal y algo egoísta porque yo sí tendré esa suerte después de meses de duro trabajo. Todos venimos porque lo que nos importa es pasarlo bien y sobretodo la sonrisa de un niño y centenares de niños sonreirán esa noche gracias a cada pequeño gesto que habéis hecho. Desde aquí invito a quien quiera a venir a ver/participar de la campaña así como me ofrezco para explicar con todo lujo de detalles nuestra actividad a la cual prestáis un vital apoyo.

Espero veros a todos el próximo año y desde aquí os mando el abrazo que todos os merecéis.

Marc “Krennaste” Travé Simón.
Excoordinador y voluntario de “Un Nen Una Joguina”
Socio de Ayudar Jugando.